ese signo impúdico que nos mude
como vestigio circular desfila el tiempo
se adivinan espías inmutables
en la memoria y casi sin proponérmelo
entreveo follajes sin néctar ni nada
en auge...
me aíslo
bien lejos quiero estar
sin embargo las ramas descarnadamente secas
se hacen presentes.
Hallar esa contraseña
primer alarido en un azar de repente
o indiscreción cotidiana
oler las rebeldías como pasos hacia el no conformismo
quitar de la cima a ese héroe que intenta digerirnos.
Hallar la voz, nuestra voz
y gritar hasta transformar la atmósfera en madreselvas
enredaderas de palabras
para que no olvidemos pronunciarlas.
Quizás cuando salga al camino no esté el invierno
las voces sean solo murmullos
y estés esperándome para ser bosque,
nuestro propio bosque de nunca quedarnos quietos...
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